La Ley mosaica y, en particular, los mandamientos, constituyen, junto con la historia del “pueblo elegido”, el núcleo duro del Pentateuco.
El origen de las Tablas de la Ley debemos buscarlo en una audiencia privada en las altas esferas de la sociedad israelita. En concreto, Moisés se reúne con Jehová en lo alto del monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches. Su cumbre se ve interrumpida por el alboroto provocado en el Campamento Base por el pueblo enloquecido ante su nuevo ídolo para adorar, un becerro de oro obra de Aaron.
Así que Yahvé envía a Moisés a apaciguar los ánimos y cercenar alguna que otra cabeza, levitas mediante. La cifra que da la Biblia es escalofriante: 3000 hombres.
Moisés, cuando llega a semejante nido de paganismo, parece no tener mejor idea que cargarse las Tablas, así que Yahvé tiene que volver a llamarle al orden. Vuelve a ascender a lo alto del Sinaí y pasa allí otros 40 días y 40 noches, Y muy ocupados debieron de estar, porque Moisés no tuvo tiempo ni siquiera de comer y beber.